Pasajeros entre palabras fugaces
27 FebPasajeros entre palabras fugaces / Mahmud Darwish
Pasajeros entre palabras fugaces:
Cargad con vuestros nombres y marchaos,
Quitad vuestras horas de nuestro tiempo y marchaos,
Tomad lo que queráis del azul del mar
Y de la arena del recuerdo,
Tomad todas las fotos que queráis para saber
Lo que nunca sabréis:
Cómo las piedras de nuestra tierra
Construyen el techo del cielo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
Vosotros tenéis espadas, nosotros sangre,
Vosotros tenéis acero y fuego, nosotros carne,
Vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras,
Vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia,
Pero el cielo y el aire
Son los mismos para todos.
Tomad una porción de nuestra sangre y marchaos,
Entrad a la fiesta, cenad y bailad…
Luego marchaos
Para que nosotros cuidemos las rosas de los mártires
Y vivamos como queramos.
Pasajeros entre palabras fugaces:
Como polvo amargo, pasad por donde queráis, pero
No paséis entre nosotros cual insectos voladores
Porque hemos recogido la cosecha de nuestra tierra.
Tenemos trigo que sembramos y regamos con el rocío de nuestros cuerpos
Y tenemos, aquí, lo que no os gusta:
Piedras y pudor.
Llevad el pasado, si queréis, al mercado de antigüedades
Y devolved el esqueleto a la abubilla
En un plato de porcelana.
Tenemos lo que no os gusta: el futuro
Y lo que sembramos en nuestra tierra.
Pasajeros entre palabras fugaces:
Amontonad vuestras fantasías en una fosa abandonada y marchaos,
Devolved las manecillas del tiempo a la ley del becerro de oro
O al horario musical del revólver
Porque aquí tenemos lo que no os gusta. Marchaos.
Y tenemos lo que no os pertenece:
Una patria y un pueblo desangrándose,
Un país útil para el olvido y para el recuerdo.
Pasajeros entre palabras fugaces:
Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros.
A morir donde queráis, pero no entre nosotros
Porque tenemos trabajo en nuestra tierra
Y tenemos el presente y el futuro,
Aquí tenemos esta vida y la otra.
De nuestro suelo, de nuestro mar,
De nuestro trigo, de nuestra sal, de nuestras heridas,
David / Miguel Ángel Rojas
26 FebYo viajo mucho a Girardot y en uno de esos viajes vi unas columnas de estilo jónico en una venta de carretera. Tenían estrías pero estaban completa-mente dibujadas, recordaban una columna clásica pero eran una caricatura. Eso me dio pie para empezar a pensar en el país. En que las grandes diferencias entre los colombianos son más culturales que étnicas y económicas. Siempre he pensado cómo la cultura europea llegó a imponerse a las culturas nativas. Comparando esa columna que venía de lo clásico y estaba en lo popular se me ocurrió compararla con la columna más perfecta neoclásica en Colombia que es la del Capitolio y decidí hacer unas fotos haciendo una comparación. Esto no funcionó porque muchas ideas sólo funcionan en la cabeza. Después pensé que los soldados sostenían las instituciones, porque mi estudio es acerca de un soldado mutilado. En ese tiempo ese pro-yecto se llamaba Palafitos que son las casas construidas a orillas de lo ríos. Decidí buscar a los soldados en Puente Aranda, un sitio en el que estaban en recuperación. Ese día casi me ponen preso. Alguien me dijo que llegara a las siete de la mañana.
Cargué mis cámaras con mi asistente, y en el momento en que estábamos allí le dije a mi amigo que fuera a pedirle a un soldado que posara y uno de los soldados de la garita vio las cámaras. Di la vuelta y decidí pedir permiso. Cuando iba a hacerlo vi que venían veinte soldados hacia nosotros nos preguntaron por qué estábamos tomando fotos. A mi asistente lo hicieron cruzar la avenida escoltado, al carro se subieron tres y nos hicieron entrar, revisaron el carro y fue cuando conté mi proyecto. Me hicieron hablar con el coronel quien me dijo que pasara una carta pidiendo permiso.
Entonces redacté la carta, esperé quince días y me dijeron que era imposible ayudarme en este proyecto. Decidí no hacerla y llamé a mi galerista y le conté. Y él, que es un mago, consiguió el permiso. Un coronel me mostró a los candidatos, eran diez y estaban mutilados. El soldado que escogí tenía una actitud muy digna y dispuesta. Entonces me lo llevé a mi taller. Las primeras fotos fueron en una alberca que tengo a medio llenar. Después me quedé pensando que eso era más importante y tenía que sacarle más provecho. Vi todas las inconveniencias que tenía el proyecto y pensé en hacer un molde del cuerpo completo. Le hice un molde de la pierna y él sufrió mucho porque el yeso se le pegaba todavía a las heridas. Le pregunté si posaría desnudo para mí y me dijo que sí. Al verlo desnudo pensé en el David, una escultura rota; el físico del soldado era muy clásico y así se hizo. (1)
(1)Extracto de una conversación entre Diego Obregón y Miguel Ángel Rojas, realizada el 18 de Octubre de 2005 para la Revista Mundo – Diálogos.